El liberalismo y los EEUU
Dentro de unos días voy a cumplir 30 años, porque sí, mi vida comenzó el mismo año que se derribaba el muro de Berlín, dando inicio a la descomposición de la URSS, más por fallo del sistema soviético que por triunfo del sistema capitalista se inauguraba una época de hegemonía del capitalismo liberal.
Los valores que han sustentado este sistema se basan en la creencia de que el sector privado puede operar sin interferencias de las administraciones públicas, únicamente limitado por la legislación de cada país. Las empresas en el sistema defendido por los EEUU son como barcos que surcan los mares de la legislación estatal con mayor o menor éxito para llegar a su destino. Además, estos mares en los últimos 30 años se han tornado globales, dando lugar a lo que llamamos empresas transnacionales, grandes transatlánticos que pueden surcar todos los océanos sin limitación alguna.
Pero el periodo de hegemonía del capitalismo liberal viene a su fin cuando un nuevo actor entra en el juego, la potencia china inicia la expansión de su sistema donde para horror de los EEUU las empresas ya no son transatlánticos que surcan los océanos a su libre albedrío sobre la Pax Americana, si no buques de guerra perfectamente engrasados al servicio del Estado. La falta de independencia de las empresas chinas se ha criticado duramente desde el inicio de esta guerra comercial e ideológica, podríamos decir que es el motivo ético que tienen los Estado Unidos para justificar su guerra contra China.
Pero esta semana toda esta justificación ideológica se ha hundido hasta el fondo, cuando Alphabet, la empresa plataforma de Google, ha decidido vetar Huawei sin justificación alguna. Y detrás de ella otras tantas grandes empresas han hecho lo mismo. Una decisión que lejos de beneficiar en algo a Google abre inciertos caminos sobre el futuro de Android.
Creo que en estos 30 años nunca he visto tan claro la falsedad del sistema liberal, ninguna compañía estadounidense puede navegar el mar a su antojo, no necesita tener al gobierno de EEUU entre sus accionistas, el poder tiene otro tipo de mecanismos para ejercer. Lo cierto es que más que barcos, las empresas estadounidenses son marionetas del gobierno, no tan distintas de los barcos de guerra chinos como Huawei, la única diferencia es que China no tiene nada que esconder, no necesita una justificación ética para su sistema, lo que la hace mucho más potente mientras no se critique desde dentro.